La última locura de Elon Musk: comprar todos los AirTag de una Apple Store
¡Elon Musk pensó que el rastreador de Apple le ayudaría en una misión imposible!
Con varias de sus acciones Elon Musk se ha encargado de que su nombre y excentricidad sean sinónimos. Y puede cometer más de las que imaginamos. En la biografía autorizada escrita por Walter Isaacson, se ha revelado una historia que afirma que Musk compró todo el inventario de AirTag de una Apple Store. ¿El propósito? Quizás a pocos se les hubiese ocurrido.
El CEO de Tesla y actual dueño de X, pensó que el dispositivo de Apple serviría para rastrear el movimiento de los servidores de Twitter, como se llamaba la compañía en ese entonces, desde Sacramento a Oregon.
Elon Musk confió en el AirTag de Apple para una misión "urgente"
El extracto de la biografía de Isaacson describe en detalle la situación que generó la compra de los AirTag.
"Era tarde en la noche del 22 de diciembre y la reunión en la sala de conferencias de Musk en el décimo piso de X, antes Twitter, se había vuelto tensa. Estaba hablando con dos administradores de infraestructura X que no habían tratado mucho con él antes, y ciertamente no cuando estaba de mal humor".
"...Una de las granjas de servidores de X, ubicada en Sacramento, había acordado permitirles algunas extensiones a corto plazo en su contrato de arrendamiento para que pudieran comenzar a mudarse durante 2023 de manera ordenada. “Pero esta mañana”, le dijo el nervioso gerente a Musk, “volvieron a nosotros y nos dijeron que ese plan ya no estaba sobre la mesa porque, y estas son sus palabras, no creen que seamos financieramente viables" ”.
La instalación le estaba costando a X más de 100 millones de dólares al año. Musk quería ahorrar ese dinero trasladando los servidores a una de las otras instalaciones de X, en Portland, Oregón. Otro gerente en la reunión dijo que eso no se podía hacer de inmediato.
Ante el problema, Musk ordenó mover los servidores de Oregon a Portland en menos de 30 días. Pero pasadas las horas y al conversar con dos miembros de confianza de su equipo, decidió que ellos harían el traslado. Para ello alquilaron un coche y fueron hasta el lugar en el que estaba la bóveda con los servidores.
“Al día siguiente, Nochebuena, Musk pidió refuerzos. Ross Nordeen, que trabajaba con su amigo James en Tesla, condujo desde San Francisco. Se detuvo en la Apple Store en Union Square y gastó 2.000 dólares para comprar todas las existencias de AirTags para poder rastrear los servidores en su viaje, y luego se detuvo en Home Depot, donde gastó 2.500 dólares en llaves inglesas, cortadores de pernos, faros, y las herramientas necesarias para desenroscar los pernos sísmicos.”
Después de varios días y un presupuesto menor a los millones que iniciaron la discusión, los servidores se movieron de destino. Eso sí, fue un proceso desorganizado e inseguro. Y aunque la biografía no lo menciona, los AirTags fueron inútiles.
Con leer la letra pequeña de las características del AirTag, Musk se hubiese ahorrado este gasto. Pero haciendo fama a su personalidad insistente, simplemente prefirió traer su idea al mundo real. Así, al ejecutar la orden su equipo de técnicos confirmó que solo se pueden emparejar 16 AirTags con un solo iPhone a la vez y en vez de un misión exitosa entregaron al "jefe" un reporte con malas noticias.
Según otro extracto publicado en el libro de Isaacson, esta decisión urgente le pasó factura a Musk:
"Durante los dos meses siguientes, X estuvo desestabilizado. La falta de servidores provocó crisis, incluso cuando Musk organizó un Twitter Spaces para el candidato presidencial Ron DeSantis. “En retrospectiva, todo el cierre de Sacramento fue un error”, admitiría Musk en marzo de 2023. “Me dijeron que teníamos redundancia en nuestros centros de datos. Lo que no me dijeron fue que teníamos 70.000 referencias codificadas a Sacramento. Y todavía hay cosas que están rotas por eso”.
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