El laberinto del genio: la oficina en la que Steve Jobs trabajaba desde su casa

La oficina personal de casa de Steve Jobs era un catastrófico y desordenado caos, como la de cualquier otro genio

El laberinto del genio: la oficina en la que Steve Jobs trabajaba desde su casa
Fotografía del reportaje "Steve Jobs: in a private light" de Diane Walker

Steve Jobs no era un ejecutivo, era una celebridad. No era un experto en matemáticas, ni tan siquiera era bueno desarrollando código... pero era un genio del marketing, te vendía lo que quería. Sabía conectar muy bien con su audiencia y no solo eso, sino que además sabía qué era exactamente lo que necesitaban los consumidores. La definición perfecta de "visionario".

Por estas razones, y muchas más que acabaron forjando la leyenda de Steve Jobs, el visionario era fotografiado constantemente y aparecía como una auténtica estrella en revistas de la talla de TIME, Wired, Rolling Stones, Fortune o Newsweek, entre otras. No era un ejecutivo más. No era el típico magnate de los negocios. Era toda una celebridad.

En el glorioso reino de los fotógrafos de por aquel entonces –hablamos de una época en la que la prensa tradicional reinaba sobre el periodismo digital–, una de las fotógrafas que más se acercó a Steve Jobs fue Diane Walker, de la aclamada revista TIME; quien realizó un apasionante reportaje titulado Steve Jobs: In a Private Light destacando sus mejores fotografías del cofundador de Apple. Una de ellas, nos lleva hasta su oficina. El laberinto del genio.

La oficina de Steve Jobs era un laberíntico caos digno de la extravagancia de un genio

La fotógrafa Diane Walker de la revista TIME pasó una gran parte de su carrera siguiendo a Steve Jobs y fotografiándole en una extensa variedad de reportajes, documentales y situaciones. Desde reuniones con el equipo de diseño de Apple hasta largos viajes en avión. Hasta fotografías más íntimas con su esposa o trabajando en su casa.

Steve Jobs

La oficina de Steve Jobs estaba repleta de libros y carpetas

Esta fotografía en concreto, titulada "El genio en su laberinto", nos muestra a Steve Jobs trabajando desde su iMac en la oficina de su casa. Fue tomada por Diane Walker en 2004. La primera foto que le tomó fue en 1982. Esta fue la última vez que le fotografiaría.

Como podrás apreciar en la imagen, Steve Jobs no destacaba precisamente por ser la persona más ordenada del mundo. Pero tampoco era nada fuera de lo normal. No en el caso de un genio que se esmeraba en su día a día por innovar y revolucionar el mundo, lo cual acabó consiguiendo en 2007 con el iPhone original.

¿Qué hay en la oficina de un genio?

Steve Jobs

Steve Jobs posa junto a su Macintosh en una de las fotografías más icónicas del visionario de Apple

Lo primero que llama la atención de la oficina de Steve Jobs es una estantería absolutamente repleta de libros. Algo que refleja que Steve Jobs sentía pasión, no solo por la literatura, sino por la cultura en general. Steve Jobs era un gran lector. Una herencia de su padre biológico, Abdulfattah Jandali, quien trabajaba como profesor y experto en ciencia política.

La oficina, iluminada ampliamente por un gran ventanal situado a la izquierda del escritorio, también nos permite ver cómo era el router de Steve Jobs y otros muchos elementos como accesorios de cámaras digitales, una cámara de vídeo, un gran maletín, un reloj que parece marcar las seis de la tarde, un enorme iMac, una webcam y una silla de madera. También es visible una misteriosa caja, encima de la estantería, donde nos aventuramos a decir que Steve Jobs guardaba sus más íntimos recuerdos.

Steve Jobs

Ubicación de una misteriosa caja de cartón situada sobre la estantería

Bajo el escritorio se asoma lo que parece ser una enorme papelera de mimbre donde el cofundador de Apple descartaría todas sus frustradas ideas y esquemas. También hay libros y revistas tiradas por el suelo, además de un trípode, que probablemente pertenecería a la fotógrafa.

Se trata de una fotografía que plasma a la perfección la personalidad de Steve Jobs. Un destartalado genio muy centrado en su trabajo que, por cierto, tres años después acabaría logrando su ansiado objetivo: cambiar el mundo.

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